
Por Marcelo H. Barba
Cuando estamos por enfrentar cualquier actividad programada (y con esto quiero decir, no sorpresiva) todos nosotros, aunque no seamos conscientes del proceso interno, preparamos alguna estrategia. En Golf sucede y es fundamental.
Diría que, en esta apasionante disciplina, casi siempre se nos presenta un ‘plan mental’ para conquistar el torneo de 18 hoyos que vamos a enfrentar.
Pero a su vez, en cada hoyo que enfrentemos planificaremos acciones particulares (Tácticas) que vamos a necesitar aplicar, para cumplir con nuestro plan original.

Una buena estrategia siempre estará vinculada con actividades de ‘inteligencia previa’. No lo digo yo, sino los libros…
Por ejemplo, una estrategia a plantearnos sería la de hacer todo lo mejor que podamos, para no sumar más de 90 golpes en cada recorrido del torneo (si es que se trata de uno de 36 o 54 hoyos, por ejemplo).
Precisamente para cumplirlo, nos harán falta algunas actividades de ‘inteligencia previa’ que se relacionarán por Ej., con un análisis del campo donde jugaremos; con las distancias a recorrer en cada hoyo; con los obstáculos a evitar (arenas, aguas, fuera de límites y otras situaciones de riesgo); con el clima que nos acompañará el día del torneo; con los horarios de salida; el estado de los greenes; y si pudiéramos acceder a alguna tarjeta donde se registran los golpes, analizar el hándicap o grado de dificultad asignado a cada hoyo que enfrentaremos.

En fin, hasta la posibilidad (dependiendo de lo fino y sofisticada que sea nuestra planificación) de conocer físicamente la cancha donde jugaremos, es decir, pisarla, caminarla un poco y observar su estado real.
Me dirán que todo esto es extremadamente exagerado, y lo es.
Sinceramente, no es para aplicar un estudio casi profesional, para cada vez que vayamos con nuestros amigos… sería como una pérdida de tiempo innecesaria. Pero sí en cambio, sería aplicable para cuando participemos y compitamos en un torneo importante.

En estos casos, mi deseo es intentar transmitirles que se pueden planificar de antemano muchos elementos y variables que nos ayudarían a minimizar los riesgos, a hacer más previsible las situaciones inesperadas e intentar que muchas no nos sorprendan cuando estemos jugando.
Siguiendo dentro de la alternativa de planificar nuestro éxito en un torneo, estará nuestra propia preparación física, que en términos estratégicos no es menor ni deberíamos minimizarla; comprendiendo en ello a actividades de ajustes y prácticas en los días previos. Ir al driving muchachos… ejecutar unos 100 tiros con diferentes palos y practicar más.

Quizá la preparación más dura sea la mental, para tratar de conocer nuestras fortalezas y debilidades y luego aplicar esas limitaciones al desarrollo del juego.
Con esto último quiero decir que deberíamos adecuar nuestras características y estilo de juego a lo que precisamente conocemos y dominamos, sobre todo en un torneo formal donde no es conveniente cambiar nada de lo que sabemos.
No intentemos, por Ej., el uso del driver cuando aún no confiamos en su dominio, o tratar de alcanzar distancias que nunca -de ese torneo- pudimos conseguir; del mismo modo que con el resto de los palos y las ejecuciones que normalmente realizamos. Ser lo que en verdad somos y jugar como en verdad jugamos.

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Todos los golfistas que conozco y me incluyo, casi siempre pretendemos ejecutar el tiro más potente, largo y derecho; de la misma forma que pasar de aire una laguna, que mes a mes sube de nivel por la cantidad de pelotas que descansan en su fondo…
Todos también deseamos llegar en tres tiros en un par 5, en dos en un par 4 y en una sola ejecución en un par 3… pero toda esa ‘ensoñación’ no tiene nada de estratégico y probablemente nos haga acumular más golpes en nuestra tarjeta. No nos convirtamos en “estraguetas” en lugar de estrategas…

Es probable que nuestra propia experiencia, esa que vayamos acumulando y perfeccionando con los años, termine por modificar nuestras metas y objetivos originales. Eso será muy lógico y beneficioso.
Pero mientras tanto, sepamos adecuar nuestro juego a nuestras limitaciones reales; con ello también nos plantearemos tácticas menos exigentes y más orientadas a la confianza que finalmente le ganamos a nuestros palos y ejecuciones.
Lo podemos ver reflejado cuando nos planteamos (por Ej.) dos objetivos distintos frente a un mismo par 3:
En el primer caso nos propondremos un birdie. En el segundo caso en cambio, saldremos del tee pensando en que, con nuestro hándicap sería muy aceptable lograr un bogey. Y no hablo de conformismo, sino de sensatez.

Créanme que las sensaciones percibidas y procesadas (post-resultado) por nuestro cerebro, en uno y en otro caso son muy diferentes, porque si efectivamente hacemos bogey o inclusive par, habiendo planificado eso… saldremos mentalmente satisfechos y mejor preparados para enfrentar el próximo hoyo. Pero sí en cambio, cuando nos propusimos birdie y terminamos con bogey… caminaremos desilusionados hacia el próximo tee de salida…
Quede claro por favor… que en ningún caso presento ni propongo una actitud de indulgencia para con uno mismo, sino de realidad y sinceridad para con nuestras limitaciones. Y en base a ellas, estoy sugiriendo que planteemos algunas estrategias reales.
Que tengamos buen Golf este fin de semana y que podamos identificar nuestras propias “FyD” para asegurar el éxito de nuestros planes.
Hasta la próxima

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