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Tiburones en los campos de golf

Por Marcelo H. Barba

Están ahí, expectantes, atentos, esperando a su presa… merodeando sin problemas. Cada vez me cuesta menos reconocerlos, será quizás una cuestión de química (de piel como suelen decir) no sé, lo que digo es que me resultan inquietantes y trato de evitarlos.

Me recuerdan a los viejos vendedores de tiempo compartido, ¿adónde quedó esa gente tan ‘intensa’? Como todo sistema que funciona bien, el Golf no escapa a las generales de la ley y también termina atrayendo a personajes de todas las especies.

Para muchos buscavidas el Golf ‘huele’ bien… sabe a dinero y los convoca irresistiblemente a ‘trabajar’, intentando sacar algún provecho colateral sin que se note la tajada. Digamos que a simple vista los podríamos confundir con “golfistas”, hechos y derechos, porque asisten metódicamente a campos de Golf… pero la diferencia está en que no van a jugar, sino a tratar de sacar algún provecho personal con los contactos y la información que logren obtener. Y aunque suene raro el vocablo trabajar, en principio merece su reconocimiento por la dignidad del hecho. Nos guste o no.

A propósito, puse la palabra golfista entre comillas por dos motivos, primero para distinguirlos -con mayor contraste- de quienes sólo vamos a jugar, a divertirnos y a pasar un distendido momento entre amigos. Y segundo, porque esa sensación de ‘molestia’ que eventualmente podríamos sentir con su abordaje (yo lo siento), se explica porque aún nos cuesta entender y luego aceptar, que utilicen al Golf para sacar algún provecho comercial, generar contactos y filones rentables, cerrar una operación, hacer lobby, entre otros menesteres.


Este comportamiento no es exclusivo de ningún país en especial, esto sucede todos los campos de golf del mundo.
Ahora bien, la clave en todo caso es: ¿en qué podrían afectarnos o perturbarnos estos personajes?

¿Podrían contactarse conmigo? Me interesaría ser parte de Planeta Golf
  1. En nada, ya que estamos como ‘vacunados’… y generamos nuestros propios anticuerpos; y
  2. Que realmente sean considerados una molestia cuando queramos aprovechar nuestros días de Golf, o de distracción y disfrute… eso sí que estorbará.
  3. Tratemos de minimizar el riesgo del punto B), aunque sólo podamos hacerlo -en principio- entendiéndolos, es decir, identificando con más detalle el perfil y algunas características de estos ‘trabajadores’: Desde su comportamiento, sepamos que ‘ellos’ tratarán de evitar la misma cancha. Pero si no les queda remedio irán, aunque más espaciadamente, porque correrían el riesgo de encontrarse con la misma gente, con jugadores que podrían revivir momentos inconvenientes (los anticuerpos mencionados en el punto A).

Son personajes simpáticos, entradores, saludadores, perfumados, prolijos, bien vestidos y atentos. No será fácil evitar su saludo ni dejar de compartir algún comentario. Siempre se mostrarán con una buena logística para dialogar sobre cualquier tema, e inclusive hasta podrían ser buenos jugadores de Golf.

Obviamente no madrugarán. No intente verlos antes de las once del mediodía (menos en invierno), diría que si desea evitarlos el mejor filtro natural es el horario de juego matutino, pues nunca irán temprano, ni se anotarán en listas de turnos. ¿Por qué? Porque son cazadores experimentados y conocen las rutinas y movimientos de sus ‘presas’

Llegarán en un horario más tibio, esperando coincidir con su víctima y cuando esta aparezca, estarán lo suficientemente cerca para estudiarla, escuchar lo que le dice y le pide al Starter antes de salir al campo.

En muchos casos esta ‘cacería’ o primer approach (en términos de Golf) se iniciará en los vestidores; con lo cual se dirigirán allí con su bolso de ropa o zapatos para prepararse; aprovechando cada segundo que les ofrece esa pausa previa al juego, para observar y oír lo que sucede. Probablemente serán capaces de poner en marcha una táctica de aproximación, iniciando o compartiendo una charla muy sonrientemente, emitiendo comentarios de fútbol, de política o de Golf, se valdrán siempre de estos sitios ‘íntimos’ porque allí hay climas distendidos que facilitan los contactos informales y desestructurados.

Otro ‘coto de observación y caza’ de las eventuales víctimas es el Bar. Sitio por excelencia si los hay. Un punto de reunión –casi obligado- de los golfistas que llegan al club y en su primera parada tratan de reconocer a los amigos ó viejos compañeros de juego, compartir su primer café u ordenar refrescos que luego se llevarán para su recorrido. Estén atentos a lo que sucede en esta ‘zona liberada’.

Otros cazadores (menos experimentados) quizás prefieran avanzar en el putting-green. Caminarán como distraídamente y comenzarán a desarrollar su rutina de práctica especial. Intentando forzar un diálogo con quienes seguramente identificaron en el vestuario ó en el bar. Temerarios los muchachos, no?

Ya sea practicando, tomando café, poniéndose zapatos o comprando algo en la tienda, hablamos de personajes listos (nunca los subestime), que, a determinado momento del encuentro, lograron adquirir la suficiente data y confianza como para pedirnos -con total soltura y simpatía- si queremos compartir juntos una línea de juego. Y allá iremos.


Amigos míos, si alguno vivió esta experiencia sabrá de lo que hablo, pero si no lo hizo y tuvo la tremenda suerte de ser detectado por este raro tiburón del pasto… y ya están saliendo juntos del hoyo 1 con su grata compañía, permítanme pedirles algo: Gocen y disfruten de su propio Golf, tranquilícense y déjenlos ‘trabajar’; porque no les quedará más que aprovechar, de la mejor manera posible, sus próximas cuatro ó cinco horas de caminata y juego.

¡Pero ello no quiere decir que no se diviertan…!!! Al contrario. Sabiendo de antemano sus tácticas de abordaje, jueguen a neutralizarlas, a darles información confusa y a divertirse íntimamente haciéndoles más difíciles sus rutinas.

Sepan por Ej., que sus ejecuciones –ya pensadas- se dirigirán (en forma inexplicable, claro está) hacia la misma zona que Uds. enviaron sus bolas. Con lo cual, no quedará otra alternativa que caminar juntos como dos buenos compañeros hacia el próximo tiro… mientras se van conociendo.

Allí aprovecharán para entablar progresivamente una relación que irá tomando profundidad, a medida que pase el tiempo de convivencia. Recuerde que hay 18 hoyos por delante y casi cinco horas de plática muy privada, placentera y hasta divertida.

Siempre dentro de la cordialidad y de la simpatía que los definen, estos “hunters” lanzarán su primera consulta, inocente, como al pasar, referida a su actividad: ¿A qué te dedicas…? preguntarán. Y luego de obtener cierta información, su táctica inmediata será cambiar en 180 grados su foco de interés.

En un rápido intento de desorientación –ya pensado- le hablarán de cualquier otra cosa. No será de la polución, ni de los elefantes africanos en extinción, ni de las últimas ballenas francas que quedaron en el pacífico al acecho de los japoneses. No.

Dado el poco tiempo con el que cuentan, su charla se concentrará en temas materiales y supuestamente más atractivos, como por Ej., los viajes que hicieron ellos (obviamente), los campos de Golf que visitaron en tal ó cual país…; los autos de lujo que pilotearon, lo difícil y costoso que se puso el mantenimiento del ‘yate’ o el ‘avión’, en fin, hasta podrían hablar (según el curso que tome la charla) de vacas, soja, trigo y de ese campo que dicen poseer en un imaginario lugar del planeta, recóndito e inexistente.

Déjenlos hablar, en pocos minutos Ud. se sorprenderá de lo que lograron sin quererlo. Eso que no pudo hacer ni un experimentado inspector de impuestos, es decir, obtener una jugosa declaración patrimonial de bienes e ingresos (claro está, supuestos). Pero sepan que este ‘vómito financiero’ espontáneo (anunciado y esperado) fue a propósito de lograr algún nivel de empatía con su ‘presa’, o sea con Uds. ¿Alucinante no?

En algún minuto volverán sobre sus víctimas (Uds.), que luego de escuchar estas ‘revelaciones financieras’ estarán como mareados y agotados de su cháchara, provocándoles –además de náuseas- un efecto psicológico difícil de evitar. Uds. mismos sentirán ganas de retrucarle alguna situación que los aplaste en tamaño, peso y profundidad, sólo por el simple hecho de hacerlos sentir como ridículos microbios.

Si no hubiesen advertido algunas de sus tácticas de caza (de información, sobre todo), y ese intercambio ‘cultural’ entre ambos se hubiera producido… digamos que el señor trabajador ya tendría un importante espacio ganado. Habría obtenido su confianza y avanzaría más tranquilamente con su tercera estrategia. Con ‘La’ propuesta… sea de servicio, relación, conocido que sabe mucho o cualquier otra recomendación.

Ahora bien, fíjense qué hábil resultó ser este hombrecillo. En pocas horas averiguó a qué se dedica, quién es Ud., cuánto ‘pesa económicamente’; qué sabores tienen sus supuestas actividades, contactos e influencias, y está casi a punto de lanzar su primer mordisco. No dolerá, será con anestesia.

Podrá comentar, por ejemplo, con total idoneidad, que su empresa (¿?) acaba de cerrar un negocio en algún sitio –incomprobable-, comprando o vendiendo algo –algo que a Ud. le interesa-, haciendo mención a ese servicio –uno que precisamente Ud. necesita- y ohh casualidad, todo se relaciona con su actividad (esa que tan inocentemente le confesó hoyos atrás).

Para no hacer un cuento sin fin, digamos que a la semana de haber vivido este encuentro, el singular compañero de juego terminará ubicándolo (seguro que se despidieron intercambiando tarjetas personales con un fuerte apretón de manos, qué tontería… pensará) y luego de varios llamados también se cuestionará haberlo conocido y entregarse casi inocentemente a su juego.

Para dejar clara mi propia posición… lo que duele y molesta en estas experiencias, es el engaño. No nos incomoda –tanto- que haya gente que se dedique a generar negocios en una cancha de Golf o en la misma Luna. Lo que resulta molesto es sentirnos como ‘peleles’, que sin saberlo ni imaginarlo mantuvimos una relación inocente, en compañía de truhan que urdió todo un esquema de succión de información. Es difícil aceptar que ‘el fin justifique los medios’ pero nunca dejaremos de sorprendernos.


Buen Golf para todos, recordando un dicho que dice: “Más vale solo que mal acompañado”

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