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Otra vez sopa… con las viudas del Golf

Por Marcelo H. Barba

Existe una línea sutil e imaginaria en el tiempo; como una frontera imperceptible que inevitablemente cruzaremos quienes juguemos Golf por muchos años.

A partir de ese punto sólo tendremos dos opciones en nuestras vidas conyugales: el divorcio o la aceptación final de lo que somos por parte de nuestra pareja, pero en ‘combo’, es decir con Golf incluido.

Claro está que coexiste otra alternativa… que abdiquemos y dejemos el Golf, pero eso ni debería mencionarlo, así que olvídenlo. No dije nada, ni lo lean.

Escuchamos que la convivencia del “Golf + pareja” es uno de los melodramas más divulgados y conocidos en nuestra disciplina. Ninguna mujer comprenderá, sino hasta después de que transcurra mucho tiempo de relación, lo que significa para ‘su hombre’ golfista ese breve momento de alejamiento, tan especial y particular que le propone cada reunión con amigos.

Se han escrito y existen miles de anécdotas e historias universales que hacen referencia a este tema sin solución aparente (quizá todo provenga del excesivo machismo que acompañó a este deporte desde tiempos inmemoriales), pero el asunto sigue reavivándose año tras año, con cada nuevo golfista que se une a las filas de esta disciplina.

Hasta ahora nadie trató el tema completo (por lo menos no lo vi), ni han sabido responder la pregunta ni los motivos reales por los que Ellas se auto proclaman “viudas del Golf”. Yo tampoco, pero voy a intentar una aproximación, un “Approach” a ver si me sale bien…

Aclaro que lo que leerán seguidamente es mi visión particular sobre el tema, a riesgo de ganarme una etiqueta de machista o de loco y fanático golfista (ya me da lo mismo).

Lo primero que hice fue analizar la palabra desde la semántica; es decir, concretamente qué quiere decir el término “viuda”. Y dejando de lado las acepciones no aplicables, la palabra viuda se refiere a la pérdida física e irreparable del marido; o sea, a la muerte de su esposo, novio, pareja, o compañero. Tremendo…

Hasta aquí no creo haber generado dudas, pero a pesar de eso estamos vivos; escribiendo y leyendo estas líneas. Ahora lo puedo complicar, si nos preguntamos, además, si ese término tan fatal (porque habla de la muerte, y eso es irreparable), no estará escondiendo una situación más grave, que nuestras compañeras no sabrían cómo llamarla, como por ejemplo, la muerte de su propio espacio.

El fallecimiento del tiempo personal que podrían disponer para ellas mismas… Ahí el tema cambia significativamente ¿no? Comienza a aclararse el motivo de la viudez de algunas señoras. Lamentablemente para muchas ‘viudas’ (del Golf), lo que en realidad falleció es su tiempo y quedaron viudas de eso, no de su compañero.

Toca aca, para que nos comuniquemos con Ud.

Se lo achacarán al Golf, obvio, o a cualquier otro deporte, hobby, actividad; etc., porque eso es mucho más fácil que procesar internamente el motivo de su soledad. ¿Saben por qué…? Porque en soledad uno se enfrenta a sí mismo (tema pesado…), y podemos llegar a descubrir que no estamos legítimamente vivos; o lo que es peor, que necesitamos compartir la muerte de nuestro tiempo con nuestro compañero, en una actitud quizá medio egoísta, decididamente cómoda y patética.

Aparece aquí la paradoja de ‘la soledad acompañada’ o el famoso dicho del perro del hortelano.

Cuando nuestro amor es adulto, sin egoísmos infantiles, uno goza verdaderamente la felicidad del otro y eso no quiere decir exactamente que nos transformemos en felices conformistas, ni que debamos compartir las mismas cosas que hacen felices a nuestra pareja.

En realidad, existen pocas cosas en una pareja que los hagan vibrar al unísono (más allá del sexo, los hijos, los éxitos y fracasos, en fin). Probablemente por ese motivo, en las parejas se producen pocas situaciones de respeto por los tiempos y espacios personales, para que cada cual goce y disfrute con lo que desee hacer, sin que ello signifique que deban hacerlo juntos o ‘pegoteados’, hablando de una relación sana.

Lejos del Golf, esa situación es tal vez una de las causas generadoras de conflictos más importantes en cualquier unión. Me refiero al poco interés por las necesidades naturales del otro, de sus libertades. Olvidarnos que nuestro compañero /compañera necesita ‘oxígeno’ y sus propios espacios o tiempos personales.

El hecho de compartir y convivir con alguien, no debería invalidar definitivamente las libertades de cada uno, las debería enaltecer y enriquecer en un marco de respeto mutuo.

Toque aca para que nos comuniquemos con Ud.

Ninguna persona debería sentirse viudo por estos motivos, ni culpar a su pareja porque ella misma no tiene opciones. Seguirá estando unida, en pareja, con su mujer o marido bien vivos, pero en todo caso si enviuda de algo, será de su tiempo personal cuando se enfrente al vacío sin un Plan B.

Y no me refiero a actividades súper trascendentes, nada de eso. A veces nos sentimos felices aprovechando el tiempo personal que nos regala nuestra pareja, tan solo utilizándolo para descansar más y recuperarnos de una semana agotadora; disfrutándolo sin culpas, sabiendo que es nuestro propio momento. Aprovecharemos esas horas para no ‘enviudar del tiempo’, leyendo, disfrutando un sauna, estudiando, lavando el auto o limpiando la casa -hay quienes disfrutan con eso !!.- o cocinando, pintando y resolviendo la actividad que más nos plazca realizar. Hasta podríamos tomar clases de Golf, intentando acompañar a nuestra pareja alguna vez y conocer a otras personas (que también evitan enviudar), para generar nuevos vínculos con compromisos, disfrutando una disciplina atrapante y exigente.

Desde ahora, cuando escuchemos nuevamente la frase ‘viudas del Golf’ detengámonos por un segundo para analizar y tratar de descubrir de qué se trata esa viudez, ¿qué es lo que realmente se murió…?

Hasta la próxima, jueguen mucho Golf con sus compañías para que se sientan cada vez menos enviudadas…

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