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No me importa la inflación, no suban la cuota, ¡pero no bajen la calidad de mi campo de golf!

Nota del Editor:  Planeta Golf es una publicación hispanoparlante, por lo tanto, tratamos que lo que se aborde desde estas páginas sea de interés para los que compartimos la pasión por el golf y nuestra lengua nativa, el español.  Sin embargo, nuestro columnista Marcelo Barba hace desde la Argentina un impecable análisis de como los desórdenes de la macroeconomía afectan absolutamente todo, inclusive el golf. Este es el motivo por el cual entendemos la columna de hoy será de interés de nuestra gran audiencia latina y española, por mas que su realidad económica sea distinta.

Por Marcelo H. Barba

Quizás este artículo que van a leer no se relacione al 100% con el Golf, con las técnicas o anécdotas que normalmente compartimos. Esta vez vamos a imaginar algunas situaciones políticas y económicas que afectarían en forma directa a este deporte, a partir de los años de pandemia vividos, de una guerra inentendible y caprichosa que afecta a casi todo el planeta y, en particular, lo que está pasando y pasará en Argentina, que vive casi permanentemente en estado de inflación y cambios estructurales que suman al ’caldo’ del que nos alimentamos todos.

Creo interesante situar a los eventuales lectores, en un escenario (no tan virtual) que próximamente se convertiría en real e impactará a los golfistas argentinos. No es una visión apocalíptica, se trata de los costos del Golf (para quienes lo practicamos) y los costos del mantenimiento del Golf (para quienes nos ‘venden’ dicho servicio).

El modelo que imagino será un escenario de escasez, de pérdida de patrimonio por deterioro progresivo y de situaciones económicas adversas, como las que comenzamos a vivir desde hace unos meses.

Comencemos por tipificar la siguiente situación (de un Administrador):

Si tuviéramos que pagar $100; pero sólo recaudamos $70 y nos faltan $30 para dejar las cuentas en cero, nos enfrentamos a algunas de estas opciones:

a) Tener que solicitar un préstamo;

b) Tener que recaudar más, aumentando los valores o incorporando más ‘usuarios’

c) Reducir drásticamente los gastos, o la combinación de todas para estar más tranquilos a futuro.


En este ‘generoso’ escenario imaginario que planteo para tratar de entender lo que viene, deseo que hagamos las veces de administradores de un Club de Golf para ver las cosas “del otro lado del mostrador”. Y digo esto, porque así se facilitarán las visiones al compararse las ‘dos puntas’, la de un prestador y la del tomador de un determinado servicio.

Como Administradores que somos, exigiremos a nuestros gerentes y al personal en general, que se respeten mínimamente estos 5 ‘Axiomas’ aplicables al tema de Servicios:

1. Es imposible mantener los valores de un servicio (sus mensualidades), si aumentan los gastos de mantenimiento del mismo. Gastos de mantenimiento de maquinarias, resiembra de campos, impuestos, Personal en general, Seguridad, instalaciones, etc.

2. Es imposible también, mantener la calidad del servicio, si no se actualizan los valores al ritmo de los nuevos precios (inflación).


3. En un ambiente de oferta-demanda, con una caída pronunciada de esta última; si la calidad del servicio que se ofrece cae, caerá el nivel competitivo y será menos atractivo para los usuarios. Ergo, la cantidad de usuarios (socios) también caerá y comenzará un proceso de éxodo sostenido.

4. Obviamente si baja la cantidad de socios, habrá menos personas para distribuir gastos. Más elevado será el costo del servicio y sus cuotas mensuales.

5. El nivel competitivo del campo de Golf, estará dado por el costo del servicio vs. la calidad que ofrece (la calidad que perciben los jugadores por lo que pagan para jugar).

Si a pesar de todo, no queda otra opción y hay que quebrar estas sólidas verdades, aún existe una alternativa: Mentir. Aunque lo único que se lograría sería comprar algo de tiempo. Nada más, pues la caída es inexorable.

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Mientras nos acerquemos al ‘precipicio’, presenciaremos acciones de administraciones desesperadas, que comenzarán a desprenderse de personas, actividades, elementos y actitudes relacionadas con los costos… es un ‘clásico’ conocido, decididamente no aconsejable en cualquier ejercicio de gestión o gerenciamiento.

Profundizando más, resultará delicado –cuando no peligroso- cambiar las condiciones originales de un club de Golf pensando sólo en su cancha.

Podría ser temerario dependiendo de quién lo haga, cómo se haga y en qué momento se decida hacerlo. Obviamente me refiero a modificaciones que estén a favor de la disminución de costos de mantenimiento… aunque a veces ello no resulte ‘tan’ obvio.

Sobre todo, porque muchos golfistas (soy uno..!) estamos en el polo opuesto; quiero decir que nos encantaría jugar en campos aún mejores, con fairways que parezcan greenes, con ‘greenes’ enormes como los que vemos por la tele, de suaves ondulaciones y caídas rápidas, con pasto corto, duro, verde, perfecto, legible e impredecible, con bunkers de arena blanca y fina como la harina; con lagunas limpias y transparentes… Pero toda esa “producción golfística” requiere mucho mantenimiento, un tremendo DINERO que nos lleva a la última cuestión: ¿cuánto estaríamos dispuestos a pagar por ello…?

Lo digo así, porque cada vez me convenzo más de que la calidad no puede sostenerse con mentiras.

Si hoy tenemos una calidad de 10 puntos y por ello pagamos $100 y un buen día todo sube, digamos un 40%; y pretendemos congelar aquellos 100… Lo que veremos, mes a mes es que la calidad irá disminuyendo de esos 10 puntos originales a 8, a 7 o tal vez a 5. Pero estaremos contentos con la cuota… (por lo menos hasta que se acabe la inercia de la mentira y el club tenga que hacer frente a nuevos gastos).

Lo bueno es caro y los costos de la ‘excelencia’ que deseamos, son duros de sostener en el tiempo. Y si además, las condiciones económicas se agravan mes a mes, todo se pone Insostenible.

O los golfistas nos vamos buscando ingresos de excelencia (difícil en estos tiempos), que nos permitan pagar canchas o clubes con ese nivel de exclusividad o comenzamos (continuamos) conformándonos con una progresiva disminución en la calidad del servicio al que accedimos y mes a mes vemos degradarse.

La ecuación es sencilla y parece ser desalmada… no se puede ser pobre y pretencioso al mismo tiempo (creo que el espíritu de esta frase debería incluirse en nuestra genética, cultura o idiosincrasia).

Venimos viviendo engañados. Durante mucho tiempo paseamos por hermosos ensueños en los que nos convencieron de ponernos un disfraz para acceder a un mundo irreal (que no nos pertenecía). Hasta llegamos a decir que nuestro Golf no era caro, que siempre fue accesible y popular como cualquier otro…

¿Perdón…?

Hoy sólo basta con pensar en el valor de unas pelotitas –nuevas- y en nuestro actual tipo de cambio; luego hagamos cuentas simples y veremos que nos invadirán unas repentinas ganas de practicar buceo en el lago de golf más próximo.

Si le echamos una mirada al mundo exterior, ese que crece (o crecía) y parece ser mejor que el nuestro, sabríamos por ejemplo que un “green-fee” de cualquier cancha de Golf, ronda y en algunos casos supera los cien dólares. ¿Tremendo no…?. La culpa de este raro mecanismo perverso, es de ambas partes.

Desde nuestra visión de jugadores, socios o ‘usuarios’, digamos que a veces nos resulta incomprensible el hecho de entender las relaciones básicas y lógicas que sustentan un negocio.

No parece ser tan fácil ver que, quien arriesga e invierte en un servicio, tenga derecho a ganar su dinero con la prestación que ofrece. Decimos que lo entendemos, pero irónicamente nos quejamos y a la vez criticamos por Ej., el estado de la cancha y de sus instalaciones cuando se deterioran por falta de mantenimiento.

Oh sorpresa… pedimos explicaciones y cuando nos dicen que todo se relaciona con el aumento de los costos y con la imposibilidad de trasladar ese incremento al valor de las cuotas… ahí dejamos de quejarnos y aceptamos todo.

Perdemos el concepto de la relación que tiene el costo con la calidad de lo que queremos o pretendemos comprar o usar (servicios); o pagamos lo que cuestan, o no los tenemos… así de simple.

En la otra parte del escenario imaginario que planteamos, están los que nos venden sus Servicios; los que nos prometen 100 y ni siquiera cumplen con el 10% de sus obligaciones; quienes irónicamente dejaron caer la calidad de su oferta en el tiempo; por incapacidad o conveniencia, porque mantenerlo también hubiera significado mayores costos y esfuerzos que no estaban dispuestos a afrontar.

En unos meses más sentiremos que lo que nos deslumbró y se destacó del resto, dejará de ser lindo, eficiente, que perdió esa relación Costo/Beneficio que tenía, que ya no es competitivo, ni exclusivo y pasó a ser uno del montón, de baja calidad y compromiso hacia el usuario.

Si imaginariamente cambiásemos de roles, y por un minuto nos pusiéramos en la mente de un gerente de Campo de Golf tratando de gestionar todo eso que ya conocemos, sin dinero o con bajísimo presupuesto, nos temblaría el pulso para eliminar los gastos que creemos superfluos, porque de alguna u otra forma se relacionan con la calidad de lo que ofrecemos y los jugadores elijen entre las otras canchas disponibles.

Volviendo al rol de jugadores, eventualmente socios de algún club y tomadores del servicio de “distracción y esparcimiento”, en breve deberemos enfrentar esta situación poco placentera, decidiendo si:

a) Continuamos jugando sobre un “Titanic” (haciendo referencia a la pérdida progresiva de calidad);

b) Comenzamos a buscar un nuevo sitio que respete las relaciones de personas-Golf-calidad-niveles de servicio que buscamos y exigimos cuando pagamos por ello; ó

c) Se acabó el Golf; vendemos nuestro equipo y comenzamos a mirarlo desde afuera… como quien observa un partido de Polo y conoce sus altos costos, porque allí por lo menos no hay secretos, ni ilusiones, ni disfraces…

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La Argentina que llegará dentro de unos meses… nos enfrentará a algunas situaciones de abandono, deterioro y quebranto de servicios que, lamentablemente, no podrán afrontar sus gastos operativos básicos.

No hay créditos… ni forma de recaudar más… ni de gastar menos, porque ello significaría despidos y baja inmediata de niveles de calidad en instalaciones, al punto que dejarán de ser atractivas.

Buen Golf y hasta la próxima.


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