
Por Marcelo H. Barba
Intentaremos precisar así a uno de los sitios más delicados de las canchas de Golf; el collar de pasto o el borde que rodea al green.
Ahí se produce un importante cambio de estado del piso, donde podemos generar algún filazo impensado, por el sólo hecho de no tener una clara percepción de cómo quedó apoyada nuestra pelota.
Esta es una zona de transiciones físicas, donde a partir de una línea (a veces no tan precisa) cambiarán abruptamente las características del terreno y comenzará el green. Caer con nuestra bola en esta lonja de pasto-raro significará que tendremos que cambiar nuestro ‘Switch mental’ y pasarlo a modo precisión.

Las condiciones típicas con las que nos encontraremos serán:
1. Bordes bien cortados donde casi no se distingue la transición entre el fairway y el green (en ese caso uso el putter, no lo dudo, apunto recto, aunque vea algo de caída e imagino al hoyo un poco más alejado de la distancia real);
2. Bordes con pasto más alto que el green, pero prolijamente cortado (la pelota quedó bien asentada y se la ve casi al 100%; sigo con el Putter… aunque comienzo a pensar más en un chip con hierro 8 si la distancia al hoyo y la pendiente a enfrentar son importantes);
3. Bordes de rought y pasto medio salvaje… (se ve media bola o menos, con lo cual, ni pienso en el Putter. Voy convencido con un pitch e imagino un tiro cortito y firme, considerando la pendiente y la distancia que rodará la bola hasta el hoyo.

4. Pasto-raro donde podríamos encontrar arena, agua o barro (allí no sé qué haría… dependerá mucho de lo que en definitiva vea en el lugar, así de sincero…)
Si sumo estas características e imagino otras, propias de cada cancha y de su nivel de mantenimiento, coincidiremos en que es un sitio delicado para ejecutar ‘el’ golpe exitoso, o por lo menos, es propicio para generar un rosario de maldiciones mientras acumulamos tiros…
No dejemos de lado el efecto mental, porque a esos escenarios -físicos- recién descriptos seguro que inconscientemente le agregaremos nuestra propia creatividad, imágenes que intentaremos reproducir con coraje y riesgo, que pertenecen al mundo de los profesionales que vimos en la tele ese fin de semana. Con cuidado, diría…

Paremos la película y razonemos como amateurs, recordemos que jugamos tan sólo dos partidos a la semana, con suerte… Volvamos nuestra mirada sobre la pelota y el ‘lie’, más el estado general de esa zona de transferencia. A partir de allí, tomemos una decisión más sintonizada con nuestra propia capacidad y experiencia. Eso es más sensato.
Siempre recuerdo un comentario de mi Profe: «En estos sitios es donde uno carga su tarjeta con golpes sin valor» y que «un ‘tirito’ de sólo 3 metros -errado- contará igual que un perfecto maderazo de 300 yardas al medio del fairway…»
En lo personal, uso el Putter en un gran porcentaje de casos y resuelvo el ingreso al green con cierta humildad; no obstante, también utilizo un hierrito cuando veo que entran en juego esas otras variables, como la distancia a recorrer hasta la bandera, las caídas del piso y la velocidad de rodada del green.

Pero todo esto es relativo. Responderá -básicamente- al conocimiento que uno tenga de la cancha donde vaya (¿cuántas veces jugamos sobre el mismo trazado…?).
Hagamos lo que hagamos en cualquier campo, la idea que quisiera transmitir en definitiva es que hay que cuidar en exceso la ejecución de los golpes ‘delicados’, sobre todo en esta «Zona T».
Gracias y hasta la próxima.

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