
Durante la mayor parte de la semana y particularmente el domingo, el juego de Keegan Bradley, dejo claro que el resto de los jugadores lo hacían por el segundo lugar.
En una semana de puntajes bajos, Bradley fue el que menos hizo, con un total de 257 conquistando su sexto torneo en el circuito PGA y embolsando un cheque de 3.6 millones de dólares tras terminar el torneo con cuatro rondas bajo par (-8, -7. -6 y -2).
Terminó con tres impactos de margen sobre Blair, que firmó un brillante ocho bajo par este domingo, y Brian Herman (-6).
La tercera posición fue compartida por Scottie Scheffler, Patrick Cantlay y Chez Reavie, que llegaba a la última ronda como segundo.
El argentino Emiliano Grillo, el mejor posicionado de los hispanos, firmó un seis bajo par y terminó su torneo con un -15 acumulado, empatado en la decimoquinta plaza.

“Dios mío, ha sido increíble”, dijo Bradley. “Soy muy afortunado y agradecido de ser de Nueva Inglaterra. Simplemente no puedo creerlo. Esto parece un sueño.”
La multitud que lo alentó durante toda la semana, sabía lo que significa este torneo para Bradley. El Greater Hartford Open fue el primer evento de la gira al que Bradley asistió cuando era niño; el sábado por la noche recordó que en 1999 jugaba en ese club David Duval. Para estar cerca acampó en un lugar cerca del Dirving para poder ver entrar en calor al entonces número 1 del mundo. Aparte de los Majors, para Bradley, los Travelers son el trofeo que más deseaba.
Cuando Bradley se dirigió desde el driving al tee de salida, los fanáticos le hicieron saber que no estaría solo, llenándolo de gritos como “¡Viva Nueva Inglaterra!” o “¡Héroe local!”. Y aunque al principio hubo muchos aplausos para Rory McIlroy, Rickie Fowler y Scottie Scheffler, la bienvenida más ruidosa se la guardó Bradley. Chez Reavie, emparejado con Bradley y aparentemente el único jugador en su camino, fue segundo en el tee y el volumen del aliento pasó de 10 a 2. La multitud aún era cordial, pero el mensaje era claro: Reavie tenía que ganar frente a este público.
Bradley comenzó en modo contundente: dos pares y dos birdies, para estirar su ventaja a tres. Esto no aseguraba nada, Bradley ha tenido la ventaja de 54 hoyos cuatro veces en su carrera, y en las cuatro se fue sin la victoria.

Tal vez por eso, después de un pequeño golpe de puño de Bradley y los gritos de los fanáticos locales después de su birdie en el cuarto, se escuchó un grito sobre todos que lo alentaba a mantener el acelerador pisado.
Bradley, cinco arriba de Reavie después de siete hoyos, cometió su primer error al quedarse corto en el octavo par 3, sin embargo, uso el putt con convicción, la pelota dio una vuelta de 360 grados alrededor del hoyo antes de caer.
“Estaba jugando muy bien”, dijo Bradley. “No miré las tablas de clasificación porque sabía que tenía el control del torneo si jugaba lo mejor posible”.
Bradley hizo un approach impresionante desde 260 yardas en el par 5 y la dejo a 6 yardas. En la semana, Bradley lideró el campo de tee a Green.
El local hizo 66 hoyos con solo un bogey, sin embargo, una pelota que fue al agua y una mala ejecución achico la ventaja de cinco golpes a tres sobre jugadores como Blair, Harman y Patrick Cantlay. Parecía tambalearse mientras caminaba hacia el hoyo 17, como si supiera que las cosas no iban como él quería y no estaba seguro de cómo hacerlo bien. Solo había unos pocos fanáticos esparcidos por esa parte de la propiedad, pero los que estaban allí brindaron el aliento que Bradley necesitaba “¡Eres muy bueno!” gritó un fanático. “¡No la vamos a dejar escapar!”, grito otro. Bradley lo hizo, encontrando el estrecho fairway del 17. Cantlay no pudo convertir un birdie en el 17 e hizo un desastre en el hoyo final. Bradley, después de una hora conteniendo la respiración, pudo hacerlo.

Ahora parecía todo dicho, mientras caminaba por el hoyo 18 con miles de fanáticos locales coreando su nombre, Bradley disparaba con potencia su salida mientras la galería alentaba frenéticamente. “Muchas personas dijeron que nunca habían escuchado al hoyo 18 sonar así. Fue muy divertido tener una ventaja de tres golpes en la que podía disfrutarlo y equivocarme un poco y aun así ganar” sostuvo luego en una entrevista.
Esos alaridos se calmaron momentáneamente para que Bradley y Reavie pudieran terminar, y una vez que lo hicieron, los vítores volvieron con un caluroso: “¡ KEE-GAN! ¡KEE-GAN! “
Esta victoria es la segunda de Bradley en el año, lo que lo coloca directamente en la contienda por un lugar en la Ryder Cup y dentro de los cinco primeros de la clasificación de la Copa FedEx. A los 37 años, está en muy buen estado gracias a una estricta dieta con la que perdió 14 kilos y le dio más flexibilidad.

Lo que sucedió esta semana fue más que una simple victoria. Fue la culminación de una búsqueda de toda una vida, razón por la cual Bradley se echó a llorar cuando miró el tablero de puntaje y este asintió, sabiendo que el sueño que siempre había deseado finalmente se había hecho realidad.

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