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Cuando imitar a otro solo sirve para copiar sus errores

Por Marcelo H Barba

Muchas veces (o mejor… siempre) diría que no sirve de nada compararnos con los demás, ni tampoco tratar de imitarlos en lo que hacen.

Una de las virtudes más ricas que reconozco en las grandes personalidades, es su estilo y talento, es decir, cómo y de qué forma exponen y comparten su experiencia, sabiduría o simplemente administran las situaciones que la vida les presenta, con creatividad, pasión y personalidad.

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En lo personal nunca me agradaron los cantantes que ‘lo hacen igual’ a fulano… o que ‘se parecen mucho a mengano…’; siendo estos fulanos y menganos artistas reconocidos y exitosos.

Por el contrario, prefiero los buenos artistas que aplican su estilo, sin ninguna necesidad comercial de parecerse a otro (canten, pinten, ejecuten, bailen o jueguen Golf). Son los que en definitiva serán imitados cuando les llegue el tiempo del éxito.

Cuando nos paramos en el tee del hoyo 1, en general sobreviene una sensación de estómago dado vuelta, que el planeta se detiene, que todo el Club, los jugadores, el personal del vestuario, de la confitería y hasta Dios… hacen una pausa para observar nuestra técnica y criticarnos la ejecución que haremos.

Al tiempo, caemos en la realidad y nuestro sentido común nos dirá que es un miedo y sensación absurda, cómica y hasta ridícula. Pero absolutamente normal.

Nos relajaremos y comprenderemos que la verdad pasará por un razonamiento universal: “Todas esas personas están preocupados por su propio primer tiro, y nadie en realidad, observará con detenimiento crítico al otro (ni le importará nada de lo que haga el resto)”

De hecho, me recomendaron una buena rutina: Hasta tanto no hayamos logrado un swing confiable, del que nos sintamos seguros, tratemos de no observar a otro jugador cuando desarrolla su ejecución.

Quiero aclarar que ese ‘otro’ jugador al que me refiero en términos generales, no se refiere a los profesionales ni a los excelentes golfistas de una cifra de handicap (por algo llegaron…), sino que son aquellos otros compañeros de línea o golfistas que están en la misma búsqueda que la nuestra… o sea, en la trabajosa tarea del perfeccionamiento del swing y de sus movimientos básicos.  

Esto que me dijeron ayudará y predispondrá a nuestra mente, para evitar ‘contaminarnos’ visualmente con una posición o movimiento ajeno; distinto al que aprendimos e intentamos dominar; que además pertenece a otro golfista que también está aprendiendo (y sin quererlo nos ofrece una muestra de errores que podríamos llegar a copiar inconscientemente).

Además, creo que es un buen consejo para el resto de nuestras acciones y actividades cotidianas; para la vida de todos los días, digo…

Ciertamente y sin quererlo, también llegamos a ‘copiar’ e imitar actitudes de otras personas o países, adoptando formas o estereotipos que no encajan con nuestra propia cultura y formación (hoy está pasando de forma patética con la ropa, la música, el idioma, las comidas, el dinero, y hasta la religión… ¿qué nos pasa?)

Volviendo al Golf, me enseñaron que hay que imaginarse la jugada en nuestra mente, pensándonos y mirándonos a nosotros mismos como en un espejo, ejecutando el tiro del año, armándonos nuestra propia película cuadro por cuadro, siendo los protagonistas de cada uno de los movimientos que harán que impactemos esa bola como nunca, sólidamente, tomando el camino recto que ya fijamos mentalmente.

No imitemos a nadie, ya que seguramente no será ni siquiera parecido físicamente a nosotros y sus movimientos tampoco. Mirar con detenimiento lo que otro hace, podrá confundirnos más de lo que normalmente estamos. Como en otras cosas, las experiencias ajenas no sirven ni son trasladables a nuestras propias vivencias.

Si pudiéramos ‘espiar’ dentro de la mente de un profesional, en el momento justo de ejecutar su tiro, descubriríamos un cine donde se proyecta con zoom, el recorrido del hoyo desde el tee hasta la bandera; a multitudes aplaudiendo; a los periodistas comentando el increíble tiro… en fin; esas imágenes son precisamente las que ‘se generan’ ellos, para lograr la confianza necesaria y el aumento de su amor propio,

Esa técnica los ‘enfoca’ para realizar el golpe perfecto, más que cualquier otra comparación.

Esas ‘raras’ rutinas preparatorias, a veces monótonas, repetitivas y fastidiosas; que siempre vemos en ellos, en alguna medida se parecen al rezo de los monjes del Tíbet. Son acaso, preparaciones mentales que utilizan como ejercicios para ingresar a un estado de conciencia especial; un trance, que los llevará al máximo nivel de concentración.

Ellos poseen el don de salir de su cuerpo y visualizarse a ellos mismos desde afuera, como si se mirasen a un espejo ejecutando ‘El’ tiro.

Cuando uno desea cambiar algo en su rutina (sobre todo en Golf), porque por ejemplo se les ocurrió imitar un hermoso swing, ese que vieron en una foto estática de revista… les aconsejo que lo hagan en cualquier lado, menos en la cancha y durante un partido. Háganlo en el Driving más cercano y sáquense las ganas, hasta que finalmente salga eso que estaban buscando.

Dentro de la cancha, todo lo que hagamos tiene que ser Natural, propio, con estilo personal y talento…

El swing debe ejecutarse “en automático”, reproduciendo cada parte de nuestra memoria muscular, la que forjamos durante miles de horas de práctica, pegándole a cien mil pelotitas… aunque nuestro compañero de juego, justo ese día termine siendo Ernie Els y nos quedemos boquiabiertos al ver la simpleza y pureza de su swing.

Nunca nos avergoncemos de nuestra humildad o precariedad, si ésta nos resulta efectiva y confiable.

Seamos nosotros mismos y no perdamos nuestro equilibrio.

El Golf es como un espejo especial. Reflejará nuestra capacidad y talento para resolver exitosamente las situaciones que se nos presentan ante cada tiro, nos mostrará los avances y nos premiará por el crecimiento sostenido que fuimos logrando luego de práctica y práctica, pero siempre lo disfrutaremos a pleno si lo que hacemos, lo hacemos con nuestro propio estilo, color y pasión…

Es casi como la vida misma…

Hasta la próxima.

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