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Alejandro Dova: “El golf es un grupo de amigos”

Por Lautaro López

Una pasión se disfruta más cuando es compartida. La sentencia refleja la experiencia en el golf de Alejandro Dova, 64 años y actualmente jubilado tras desempeñarse como funcionario de un banco. Durante mucho tiempo sintió curiosidad por este deporte hasta que, en 2012, se decidió a probar suerte.

A lo largo de una década junto al golf, llegó a tener 20 de hándicap y ganó algunos torneos. Sin embargo, lo más destacado fue que encontró una pasión y nuevas amistades. Un grupo de seis amigos que se autodenominan “Los Bipolares del Golf”, visitan diferentes canchas y disfrutan tanto de las rondas de juego como de las reuniones fuera del campo.

-¿Desde cuándo juega al golf y donde comenzó?

-Empecé de grande, a los 54 años. Siempre tuve la idea que algún día iba a jugar al golf, por mi actividad iba recorriendo la provincia de Buenos Aires, viviendo en distintos lugares. Cuando residía en Bahía Blanca, estaba en un barrio donde se ubica el campo de golf Palihue y pensaba “algún día voy a jugar al golf”. Finalmente, terminé viviendo en City Bell, muy cerca del Club Hípico, entonces dije es ahora o nunca. Ahí empecé a tomar clases y a jugar.

-¿Qué lo motivó a empezar?

-Era algo que estaba en mí. Siempre decía que algún día iba a jugar al golf y, de hecho, cuando compramos el lote para construir la casa en City Bell, una de las razones que me movía a este lugar era que estaba a una cuadra y media del campo de golf del Hípico. Lo consideraba mi oportunidad para empezar.

-¿Quién fue su primer profesor?

-Chalo Sosa, uno de los profesores históricos del Hípico. Él llegó a ser caddie de Roberto De Vicenzo. Hoy es casi un amigo dado que fue formador de la mayoría de los integrantes de mi grupo. Por lo tanto, siempre es el invitado de honor a nuestros asados y festejos.

-¿De qué club es socio?

-Soy socio y me lleva el hándicap un pequeño club de La Plata, que depende del sindicato UPCN. En un predio donde están las piletas, tienen un campo con una cancha de nueve hoyos par 3. Anteriormente fui socio del Hípico, pero después me di de baja. La dependencia de un club, además, implica que para “amortizar” la cuota uno juega casi siempre en el mismo lugar y a mi grupo de amigos nos gusta conocer distintos lugares. El hecho de ser socio de un club, como la cuota social incluye beneficios para jugar en esa cancha, lleva a que la mayoría de la gente que conocemos que es socia juega siempre en la misma cancha. Si bien le conoces todos los recovecos a la cancha, los secretos y todo lo demás, lo lindo es descubrir campos nuevos con distintos recorridos y paisajes.

-¿Qué dificultades tuvo en sus comienzos?

-La principal dificultad que tuve con el golf fue mi edad. Uno ve la ductilidad con la que se mueven los chicos jóvenes o algún amigo que jugó en algún momento de su niñez y es como quien aprende a jugar al tenis. El que aprendió de chico, aunque después este excedido de peso o lo que sea, el timing y la sensibilidad la va a tener. Al igual que andar bici, lo aprendes y no se te va más. En cambio, a mí me costó mucho y lo tenemos asumido con mis amigos porque en mi grupo la mayoría arrancamos de grandes. Obviamente algunos tienen algunas características físicas que los favorecen y hacen que tengan cierta habilidad, pero en mi caso siempre fui consciente de que mi mayor limitación tenía que ver con la edad. Si bien soy una persona que siempre hizo actividad física, claramente hay ciertas cosas en el golf que, si uno las incorporó de joven o de chico, quedan para siempre.

-¿Cuáles fueron sus mejores resultados?

-A fines de diciembre tuve la fortuna de ganar el Torneo Clausura que se disputó en el Club Hípico de City Bell. También gané un torneo en el barrio Grand Bell, en el cual hice 63 golpes y con 25 de hándicap, así que fue un 88 gross. Fue el score más bajo de mi vida. Mi grupo de amigos se llama “Los Bipolares del Golf”, nos llamamos así precisamente porque, sin ánimo de ofender a alguna persona que padezca la bipolaridad, jugamos como bipolares. De pronto nos sale una genialidad y luego una burrada. Esa irregularidad se transformó en nuestro nombre, incluso tenemos una cuenta de Instagram @losbipolaresdel donde publicamos las situaciones divertidas que nos han pasado.

-Para los interesados en el turismo y el golf, ¿cuáles campos recomendarías en la Argentina como impostergables?

-Nos quedan muchísimas canchas por conocer, pero hemos jugado en Córdoba, en Cariló que es una cancha hermosísima y Pinamar también es un buen destino. La de Córdoba pertenecía a un hotel en la zona de Altagracia. El plan era completo, tenías el all inclusive con la pileta y el campo de golf. Por lo tanto, era jugar al golf a la mañana y a la tarde. Se destaca por todo lo que supone jugar en una zona con ondulaciones propias de un terreno serrano, no son lo mismo que las artificiales. Una de las cosas lindas que tiene el golf es que uno no solo disfruta de jugar sino también del entorno. No es lo mismo que estar en un gimnasio dentro de cuatro paredes, aunque uno disfrute de hacer gimnasia.

-¿Cuáles son sus dos campos de golf preferidos a los que asiste habitualmente?

-Desde el afecto, el Hípico de City Bell porque es donde me formé. También destaco a El Nacional, una cancha hermosísima y La Providencia que también es muy linda y siempre está impecable. Me resulta difícil definirme por alguna. En la zona norte las canchas son todas recomendables, Lagartos, Praderas de Luján y demás. En La Plata tenemos buenos campos, la de Estudiantes es muy buena, el Hípico cada día está mejor, Abril es otra cancha excelente y otra es Área 60 Golf Club sobre la ruta 2.

-¿Long drive o approach?

-Creo que la diferencia se hace en los approach. En una salida se puede pegar más lejos o no tan lejos, pero si se mantiene la pelota al medio, después lo definitorio es el approach. La salida es un gesto más bien automático. Vos tenés por delante un panorama bastante claro y básicamente tenés que tratar de pegar lo más derecho posible. En cambio, en el approach ya entras en el terreno de la dificultad porque vas a tener las defensas del green que son los búnkeres o el agua y requiere que analices.

-¿Disfruta más del juego corto?

-Vos sabes que vas a salir con una madera o con el driver mientras que en el approach tenés un abanico de opciones. Si estas a cien yardas, agarras el 56, con el pitch dependerá de si querés que vaya más alta o si te fuiste a un costado quizás tenés que levantar la pelota para que pase por arriba de los árboles. Ahí empieza la parte divertida. Por el medio es lo ideal, pero a veces es más aburrido. Lo lindo es tratar de tener dificultades y buscar la manera de resolverlas, a veces funciona y otras no. En mi nivel, muchas veces no funciona para nada.

-¿Si tuviera que salir solo con tres palos cuáles serían?

-El hierro 7 es un palo que te permite pegar 150 yardas. Si estás jugando un par 4 de 400 yardas, pegaste 150, otros 150 y la tercera la tenés que dejar cerca de la bandera. Luego, el 56 lo utilizaría para hacer los toques cortos y, por último, el putter.

-Después del golf, se concurre al house ¿siempre, a veces, casi nunca? ¿Cuál es su elección preferida del menú?

-Siempre, el hoyo 19 es cita obligada y más cuando estás con amigos. Es para tomar una cerveza, comer algo, reírnos un poco y recordar situaciones de juego que fueron graciosas. Nosotros, Los Bipolares del Golf, somos catadores de lo que llamamos milanesa canapé, porque ordenamos una milanesa a la napolitana con papas fritas y siempre pedimos que la milanesa la corten en cuadraditos para ir picándola. Ese es nuestro menú, obviamente todo regado con cerveza.

-¿Alguna vez estuvo cerca de un hoyo en uno?

-Estuve cerca, pero no tengo ninguno en mi haber. No hace mucho, en el campo de golf que está en el Rosedal de Palermo quedé a unos 30 centímetros. Uno cuando le pega a la pelota sabe si el impacto fue bueno o no. Al menos yo lo siento. La veía en el aire y pensaba va derecho a la bandera, picó y se quedó clavada. Si corría un poquito me ayudaba, pero no se dio. En el par 3 un siempre le pega pensando en el hoyo en uno. El par 3 es un lindo hoyo porque perdona. Quizás no pegaste bien la salida, pero el segundo la tenés que dejar cerca y en el tercero la metés.

-¿Quiénes son los miembros más habituales en su línea?

-Los Bipolares somos Gustavo White, José Luis Sangiacomo, Hugo Bellagamba, Edgardo Henry, Gustavo Salguero y yo. Nos fuimos conociendo. Arranqué con un amigo a tomar clases, después incorporé a mi cuñado y un día nos encontramos con un muchacho en el campo de golf y dijimos “¿Esta noche comemos un asado?”, y arrancamos así. Hoy somos un grupo de seis entrañables amigos que vamos a todos lados.

-¿Cómo se organizan? ¿Hay alguno que se encargue de elegir las canchas?

-La logística de Los Bipolares es: uno, a quien designamos de manera divertida como “El Presidente”, es el que tiene los contactos con los clubes, organizadores de torneos y en general es el que propone. Nos dice en un grupo de WhatsApp: “Miren, recibí esta invitación para ir a jugar a tal lado, ¿nos prendemos?”. Luego, definimos quiénes somos los que van y así sabe a quienes inscribir o a veces él directamente inscribe a los que habitualmente pueden los días de semana.

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-¿Cuál es su palo preferido?

-Tengo algunos palos preferidos en mi bolsa. Un híbrido 4 resuelve muchas cosas y me da muchas satisfacciones, lo mismo que una madera cinco. Cuando uno se siente seguro con un palo en la mano, en mi caso son esos dos.

-¿Qué es el golf para usted?

-Para mí el golf es un grupo de amigos. Si bien es un deporte individual, creo que el golf fomenta la socialización. En nuestro caso más todavía, nos hicimos súper amigos. Es una actividad divertida que te genera la posibilidad de conocer gente, lugares y se puede practicar a cualquier edad. Lo definiría como un estilo de vida porque cuando estás en tu casa y prendés la tele, ponés golf. Nos llamamos con los amigos y nos comentamos lo que está pasando. Entonces, empezás a darte cuenta que la planificación de esa parte de la vida, porque la vida pasa por un montón de aspectos, se planea en base al golf. Uno hace sus actividades y, a la vez, está pensando en el momento en que va a ir a jugar.

-¿Qué tiene el golf de especial que otros deportes no tengan?

-Además del golf, yo practico esgrima. Si bien los dos son deportes individuales, en esgrima tengo conocidos y buena relación con gente que conozco mientras que en el golf hice amigos de verdad. Cuando jugas una ronda de golf, estás caminando con alguien por lo menos cuatro horas en la cancha, más una hora si viajaste en el mismo vehículo y otras dos horas después tomando cerveza y charlando. En total, pasaste seis o siete horas con esa persona. Por lo tanto, entras en un nivel de confianza tal que le contás tu vida y él te cuenta la suya, deliberamos respecto a qué le pasó a uno y sugerimos cómo manejarnos. Esa cuestión para mí fue un descubrimiento dentro de lo que es el golf.

-¿Con qué jugadores profesionales conformaría un foursome?

-Justin Thomas es un jugador muy resistido entre mis amigos y a mí me encanta. Incluiría a Rory Mcilroy, por supuesto, y a Tiger Woods para aprender un poco.

-¿Tiene una anécdota divertida relacionada con el golf que quiera compartir?

-Hay una que tuvimos la suerte que quedó registrada porque alguien que nos estaba acompañando empezó a filmar. No me acuerdo exactamente la cancha, puede ser Chascomús o Dolores. Hace unos seis o siete años, uno de mis amigos, el “negrito” White nos llamó porque le había quedado una pelota enganchada entre las ramas de un pino a unos tres metros y medio de altura y no sabía qué hacer. Le sugerí que se fijara si la podía bajar tirándole un palo. Entonces, tiró el palo y le quedó enganchado. Tenía la pelota y un palo colgados. Obviamente, alguno siempre lleva en la bolsa la caña extensible que se usa para sacar las pelotitas que caen al agua, así que finalmente, con la caña y sacudiendo un poco a la rama, cayó todo, la pelota y el palo. Se dieron dos circunstancias muy inusuales. Es muy poco probable que ambas cosas queden enganchadas, fue muy loco.

-¿Ese video lo publicaron?

-Está todo filmado y en nuestro Instagram, al igual que muchas de las historias que quedaron registradas. Por ejemplo, alguno que se tuvo que meter al agua para poder pegarle a la pelota y otra reciente, cuando jugamos en una cancha que tiene un carpincho inmenso. Uno de los chicos se puso en cuclillas en la misma posición que estaba el animal mirando el lago, lo cual fue muy divertido y quedó registrado en una foto. Una vez, en la zona norte apareció un zorro y se llevó la pelota. Lo vimos cuando entró y nos pareció que hacía algo, luego llegamos a la zona y la bola no estaba. Mi amigo repuso la pelota en el lugar, porque habíamos visto donde había caído, y seguimos jugando. Detrás nuestro vino la siguiente línea, de tres o cuatro mujeres, y podés creer que una de las chicas pegó y el zorro también le robó una pelota. Nos preguntábamos dónde estará la madriguera del zorro, porque ahí debe haber montones de pelotas.

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